El conocimiento de la normativa no solo te permite cumplir con tus obligaciones ahorrando dinero, tiempo y quebraderos de cabeza; sino también corroborar y supervisar que el Estado esté procediendo de forma justa.

Porque no siempre es así. Está el caso de uno de mis clientes que tuvo una inspección de DGI, y le reclamaron millones.

Tenían un inmueble de alto valor. Y por pagar fuera de fecha generó unos 200 mil pesos de multas y recargos, más otros 40 mil por multas de otro impuesto.

Recurrieron al contador de un conocido que si bien comenzó a regularizar, no se entendieron…

 Llegaron a mí y yo tampoco estuve de acuerdo con lo que se estaba haciendo. Normativa en mano, logramos “ganarle” a la DGI. 

Pero más allá del ahorro material, logré un criterio de amortización, de «depreciación». No solo bajó la deuda (150.000 pesos menos), sino que también bajó el futuro impuesto al poder incluir esa amortización que no se estaba considerando.

Una vez más, la normativa bien aplicada juega a favor del negociante. 

Lo ideal es que no te pase lo que le pasó a esta empresa y hagamos los trámites justos y necesarios en tiempo y forma.

Pero si te pasa… también lo podemos resolver de la mejor manera.